miércoles, 12 de noviembre de 2008

Aves de ciudad


Se levanta con el que ya comienza a ser habitual dolor de articulaciones. Si es que no perdonan, claro que no. Después de lavarse la cara y vestirse con su camisa de los domingos, se cala la gorra hasta las orejas, coge la bolsa y se pone en marcha. Al final Pablo no podrá venir. Tiene tanto trabajo, el pobre. Así que éste, al igual que todos los avisos de última hora, dejará todas las compras del día para el día siguiente. ¿Cómo funcionaba lo del congelador? Y claro, no se puede desaprovechar nada, y mucho menos una mañana como ésta, en la que el sol, aunque tímido, se deja ver a través de las cortinas.
Sale a la calle, con su bolsa en la mano, y se dirige al parque. Espero que no me hayan dejado sin sitio. Claro que no, allí, al lado de la fuente, bien calentito al sol, está su banco preferido, que le hace rememorar tantos momentos, y en el que podría inspirarse infinitas veces para contar historias. ¡Ay! Aquel día en que...

Una sonrisa se asoma inevitablemente a sus labios al pensar en ella, que se sentaba junto a él y que dejó de hacerlo un día. Pero no es momento de pensar en eso. Se sienta. Se sienta y mira y oye y escucha y siente, dejando que todos los colores y sonidos penetren en su cuerpo cansado, para reconfortarlo una vez más. Y, después de respirar hondo, sintiendo el presente como sólo aquellos a los que no les queda más que pasado pueden sentirlo, se dispone a abrir la bolsa.





Y entonces, tan sólo con escuchar el ruido del plástico, el cielo se llena del murmullo gris del batir de alas de las (sus) aves de ciudad.

martes, 29 de abril de 2008

domingo, 20 de abril de 2008

Mepirovampiro


7 horas en tren para ir a Bayonne y tomar un buen desayuno a las 6 de la mañana para recuperarnos del dolor de espalda de la 2ª clase del tren (aunque nos consolaremos pensando que conseguimos el billete por 25 euros)


Media hora más para llegar a Pau y poder ver los pirineos. (Eso sí que tiene que consolar)


No sé cuanto rato para pasar por Donosti y probar el Pacharán y los pinchos de verdad, energía para pasar la noche sin dormir y poder hacerlo en el Bilman Bus...


Y 10 horitas más para la play... quiero decir Valencia (más bien Gandía), con arroz al horno y paella prometidos.



Estoy metiendo las gafas de sol en la maleta...¡ay!