Día 19: Désespoir

Empecemos, aunque no sea lunes, ni primero de mes ni de año, con nuestro nuevo propósito: Aprender una palabra al día. Hoy, la mejor definición de mi estado de ánimo desde que empezó la semana: Désespoir, que por supuesto (y siempre según el Wordreference, te alabamos señor) significa desesperación.

Resulta que al parecer en todo establecimiento educativo hay que cumplir una serie de reglas entre las cuales está la norma de matricularse en un plazo determinado. Un pequeño detalle que se les pasó por alto a los dignos y respetables señores que con toda su buena intención nos hicieron ir el día 11 para la charla informativa (Efectivamente, no era sólo para hacernos pagar un mes de alquiler). El caso es que los pringaos de los Erasmus llegamos siempre a última hora (¿será por eso por lo que los españoles tenemos fama de impuntuales?) y ya no quedan plazas para nada.

Pero cuando digo nada significa que ni para un curso de Afrikaans, que me dirás tú...

El caso es que, ya con los lagrimales un tanto inflamados, llegamos a la puerta 227 (y no, no os preocupéis que no pasamos por las 226 anteriores, solamente por unas 25 0 26...¿a que parecen pocas visto así eh?), y en el aula aparece nuestra, no sé, ángel de la guarda o algo así, el final de la cadena que confirma que los franceses siempre te dicen a todo que no (en cuanto a temas de burocracia, claro, que para dar tarjetas de visita no tienen tanto problema :S) pero si insistes y te ven un poco desesperada te arreglan la vida en 3 minutos de reloj.

Y vamos que si nos la arregló, que pasamos de no tener ningún crédito a 52 en un momentito, y ya sólo nos quedaban 8 para completar los que nos hacían falta. 8 créditos que en este momento ya tengo gracias a que llevo mis buenos 15 días ya en París y he cogido suficiente fondo físico y fuerza para levantarme corriendo de mi silla y atravesar las multitudes feroces de Erasmus que, cual partido de fútbol americano, se acercaban hacia las mesas para apuntarse en las listas de los cursos de lengua y cultura francesas, para los cuales sólo había 150 plazas para 400 Erasmus.

Bueno, vale, igual la metáfora es un poco exagerada, pero lo d las 150 plazas es verdadverdadera, y menos mal que conseguí una, porque si no iba lista yo en las clases de Afrikaans... (ay no, si para lo único que quedaba era para húngaro...)

En fin, que por suerte siempre podemos sentarnos en la cafetería de la facultad a tomarnos un chocolate caliente,caliente de verdad, que sienta muy bien si eres capaz de resistirte a tus impulsos durante la primera media hora. (Y si no, pues te quedas con la lengua acartonada un ratito, que tampoco pasa nada hombre)

¡¡¡¡Estoy matriculada!!!!

PD: Sí, tengo clase los sábados...y al primero que me haga un comentario me lo cargo sin miramientos ¬¬